viernes, 26 de noviembre de 2010

LA LABOR DE LOS REPORTEROS GRAFICOS EN SANTIAGO SE HA CONVERTIDO EN UN REFUGIO DE DELINCUENTES.
Por Juan Isidro Inoa

Luego del escándalo provocado por el camarógrafo, sin batería ni cinta, de apellido Hilario y conocido en los medios como “corre-camino”, ante el presidente de la república en el almuerzo de celebración del 25 aniversario de la fundación de la Asociación de Industriales de la Región Norte (AIREN), todos los cañones han disparado sobre él.

Quizás por mi condición de ex reportero, esa acción no me sorprende de él ni de otros “busca-vidas” que poco a poco y con la anuencia de otros camarógrafos de verdad y productores de programas, han ido minando los medios. Y lo que es peor, se hacen llamar periodistas.

La acción de corre-caminos ha trascendido los medios de comunicación y lo ha convertido en protagonista, porque fue ante la figura número uno del país, el presidente Leonel Fernández Reyna. Pero a diario actitudes parecidas y hasta más grotescas son cometidas por él y otros “busca-vidas”, ante empresarios y políticos de Santiago y más cuando se trata de empresarios y políticos figureros, que le gustan la pantalla chica.

El ellos “grabar sin grabar” y luego pedir mil o quinientos pesos para que esa fílmica salga –que a fin de cuentas no sale por ninguna parte- es su rutina. Y lo hacen ante la celebración y halagos de los otros camarógrafos que si trabajan para medio y que en ocasiones el extorsionado los ve a todos igual.

Hoy la labor de los reporteros gráficos en Santiago se ha convertido en un refugio de delincuentes dispuestos a todo, que ven en la reportería gráfica un fácil acceso a círculos que sin el carnet de prensa ni la cámara casera, de cumpleaños feliz, le sería imposible entrar y hasta presos fácilmente caerían

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